Se desliza el tiempo y un vagón de metro recorre el dédalo subterráneo de la City inglesa. Allí se escribieron estos cuentos tipeados en un espacio oscuro y parpadeante, en movimiento continuo. Fueron escritos contra el tiempo, parada tras parada, ante el inexorable reloj de arena cotidiano. De esos momentos pretéritos Sebastián Dunnage rescató cuatro reacciones, en un gesto de resistencia y triunfo al olvido.